La ropa interior sale de paseo

Se lleva la lencería a la vista - Las claves para su uso correcto
La ropa interior se ha aventurado más allá de su circunscripción habitual para reivindicar su identidad. No se oculta ni se insinúa. Se luce. Como si la moda hubiese puesto en escena el concepto de intimidad propio de la ética calvinista. Si no tenemos nada que esconder ¿por qué hacerlo? Todo a la vista.
- Qué. Sujetadores que se transparentan bajo la blusa, tensos ligueros que asoman bajo una minifalda, medias hasta la mitad del muslo en vez de pantis... Si en un pasado la ropa interior consiguió reducir su carga erótica al mínimo (véase la clásica braga de algodón blanco o el sostén de tipo deportivo), ahora ha superado su condición de básico y se ha sofisticado para alcanzar cierta visibilidad, aunque en principio no le corresponda.

- Dónde. A nadie se le escapa que la lencería es mucho más que una mera cuestión de higiene o abrigo. Y esta no es la primera vez que asume funciones más propias de la ropa exterior que de la interior. El predecente más cercano lo encontramos en 1990, cuando Madonna recorrió el mundo luciendo un sujetador diseñado por Jean Paul Gaultier que convirtió sus pechos en (i)conos. Esta vez, ha sido John Galliano para Christian Dior quien ha iniciado el camino de vuelta a la estética del boudoir. Para su último desfile de alta costura, el modista vistió a las modelos desvistiéndolas a base de prendas de corsetería. A partir de entonces, son muchos los que lo han hecho. Hasta el punto de que si en las colecciones para este otoño-invierno apareció como gran novedad, en las de la próxima primavera-verano la pregunta no era si aparecería, sino cuántas veces más lo haría. Al menos sobre las pasarelas, se trata de una tendencia de largo recorrido. "Que lo íntimo salga fuera no hace sino abrirle puertas al vestir. Que todo se considere ropa, sin distinciones", reflexiona Totón Comella, al frente de la firma catalana TCN.

- Cómo. No todo vale. La estilista Paloma Tovar de la Rocha apunta: "No estamos hablando de que a una se le marquen las costuras de las bragas, sino de concebir la lencería como un accesorio. La picardía es algo realmente liberador. Aunque se trata de una propuesta arriesgada que no creo que vaya a tener una acogida masiva. Es cosa de chicas jóvenes o de famosas sin prejuicios, como la actriz Chloë Sevigny. Sería el equivalente femenino al hecho de llevar los pantalones muy por debajo de los calzoncillos".

- Por qué. Si en los años sesenta las actitudes rupturistas acabaron en la quema de sujetadores por considerarlos un símbolo de la sumisión femenina, ahora que ya no se conciben como elementos coercitivos de la libertad, ¿qué significará realmente esta tendencia que los sitúa en primer plano?

- ¿Vale la pena? Cuando lo que tradicionalmente ha permanecido oculto se manifiesta, está claro que algo de misterio se pierde. Puestos a buscar nuevos fetiches, ahora que la ropa interior ya no tiene secretos, puede que recojan el testigo del morbo otras cosas, como aquellas sábanas con agujero que se usaban antaño en el lecho marital.

Comentarios

  1. La carga erótica de la ropa depende mucho más de la intención que de la ropa en sí. No sé si han visto la película "La voz de su amo", de Emilio Martínez Lázaro, en la que Silvia Abascal aparece como una auténtica Lolita, con uniforme escolar y bragas de algodón. O si han leído el relato "Niña perversa", de Isabel Allende, en el que dicha prenda se convierte en un fetiche de primera.
    Sí estoy de acuerdo en que se pierde morbo por el hecho de enseñar la ropa interior. Esto, en todo caso, podía llamar la atención cuando se empezó a hacer, ahora ya no.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

dejame un comentario y tu correo electronico