Desfile de esposas






Por:Ángela Becerra
Que si era éste o aquél. Que si se le veía gordo o flaco, más joven o más viejo. Que si se le notaba cariacontecido o cínico. Que si caminaba despacio o rápido. Que si la puerta de la furgoneta o los guardias civiles taponaban la visión de tan penosa imagen. Que de quién era la bolsa azul que más abultaba. Que por qué a unos se les vio más que a otros. Que si los flashes de las cámaras los encandilaban.

Señoras y señores: no nos equivoquemos. Que todo este circo mediático, en el que se ha convertido este desfile de esposas y esposados, no nos desvíe de la verdadera esencia del suceso. Ahora parece ser que lo importante no es por aquello que se les acusa, sino la dignidad de las imágenes. ¿Pero en qué mundo estamos?

Lo grave es que llevamos meses viendo brotar porquería como si fueran setas otoñales. Y la porquería empieza a oler. Ahora el pan léxico con el que nos desayunamos cada día los ciudadanos de a pie es corrupción, malversación, robo, trampa, evasión de impuestos, blanqueo de capitales y los etcéteras más aberrantes como el abuso de menores. Ahora sólo nos falta que aquello pase a ser el último grito de la moda.

¿Será que las formas se están comiendo los contenidos? Estamos empezando a confundir la lluvia con el paraguas, el caracol con el césped. No confundamos la gimnasia con la magnesia, porque acabaremos creyendo que en este país, el raro y censurable es el honesto. ¡¡Por favor!!

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