Colombia:El desempleo llegó para quedarse

Por: Salomón Kalmanovitz
EN JULIO EL DESEMPLEO EN 13 ÁREAS urbanas alcanzó el 12,8% de la PEA pero en ciudades como Pereira se trepó al 21,5%, en Pasto llegó a 17,6% y en Montería obtuvo el 15,6%. En la cúspide del auge económico que vivimos en 2007, del que muchos no se dieron cuenta, el desempleo no bajó del 10%.
En Pereira confluyó una caída de las remesas que, junto con la revaluación del peso, lanzó al mercado de trabajo a jóvenes, mujeres y viejos, al tiempo que se reducían las exportaciones de confecciones, en las que se ha especializado la ciudad. Pasto pierde empleo por la restricción del comercio con Ecuador, y en Montería, al parecer, se derrumbó el imperio económico de Mancuso.
Como lo mostró Hugo López en un reciente seminario que se llevó a cabo en Pereira, el interior de las cifras la realidad es más sórdida de lo que informa el DANE. La mayor destrucción de empleo es para los trabajadores no calificados, con medio millón de puestos perdidos desde 2007, casi 10% del volumen de empleo sin educación universitaria. ¿A dónde va una parte de los parados? Pues al sector informal, que aumentó sus números en 320.000 personas. Hubo incluso un aumento del empleo no asalariado de 150.000 personas.
Frente a los problemas del desempleo, de la revaluación del peso y del financiamiento de su déficit, el Gobierno no hace mucho pues está concentrado en su reelección.
En el fondo el desempleo es un problema estructural que las políticas públicas han agravado. Existen fuertes incentivos para que las empresas adquieran bienes de capital que desplazan trabajo: la revaluación del peso reduce el precio de la maquinaria, encima de lo cual los empresarios ganan un 40% de su valor por una generosa deducción de impuestos. Con ese acervo de maquinaria nueva, la fuerza de trabajo requerida tiene que ser calificada, lo cual descarta a buena parte de los trabajadores sin educación técnica. Hugo López estima que el empleo no calificado destruido por el cambio técnico entre 2001 y 2008 fue de 2’020.000 plazas, 30% del total.
A la vez que se abarata el capital se encarece la mano de obra. El salario mínimo y el auxilio de transporte son elevados por el gobierno sistemáticamente por encima de la inflación, lo cual afecta el salario de enganche del sector moderno. Sin embargo, 43% de la fuerza de trabajo gana menos del mínimo. A esto se suman alzas en el auxilio de transporte (de 9 a 12% de la nómina), la seguridad social (del 20 al 22,5%), y los parafiscales —Sena, ICBF, Cajas de Compensación— constituyen otro 9% el costo de la nómina. Los salarios indirectos han aumentado del 66% de la nómina en 1995 al 71% en la actualidad. Se estima que si se eliminaran los parafiscales podría haber un aumento por una sola vez de 220.000 empleos, pero su sustitución por impuestos podría restar algo a ese monto.
Las políticas que se deducen del diagnóstico sobre el desempleo estructural en Colombia son contrarias a las ejecutadas por el Gobierno. Lo primero es cancelar los incentivos a la adquisición de maquinaria, procurando además tener una tasa de cambio que contribuya al empleo. Segundo, suprimir los parafiscales y cuidar que el salario mínimo deje de subir en términos reales. Por último, priorizar las ciudades más afectadas por el desempleo con programas de choque como Familias en Acción, vivienda de interés social y obras públicas.


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Comentarios

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