Moda y sostenibilidad, una combinación fascinante
















Durante años, Moda y Sostenibilidad no ha resultado una combinación atractiva. La ropa producida bajo criterios estrictos de respeto al medio ambiente y buenas condiciones laborales, no era precisamente chic. Podría ser estupendo para la naturaleza y los trabajadores que la producían, pero no era atractivo para la gran mayoría de consumidores.
Esta situación está cambiando rápidamente. En muchos países del mundo, entre ellos donde yo vivo, Holanda, estamos viendo numerosas iniciativas que combinan la promoción de la sostenibilidad en la cadena de producción, con un diseño moderno y atractivo para el consumidor. Ya no son sólo organizaciones de medio ambiente o de comercio justo las que promueven estos valores, sino también empresas comerciales atentas a este nuevo nicho de mercado. La oferta es cada vez más atractiva y variada para poder satisfacer las demandas del consumidor. Grandes almacenes venden camisetas hechas de algodón orgánico, y existen tiendas especializadas en ropa sin explotación, limpia etc. Pero es sobre todo el seductor diseño lo que estimula las ventas de este tipo de productos.
¿Por qué este avance? El cambio tiene varias explicaciones. En primer lugar, hay ONG y sindicatos que llevan años presionando al sector textil de cara a solucionar los graves defectos que se encuentran en la producción. Es una industria con muchos problemas desde el punto de vista social y medioambiental, sobre todo cuando la mayor parte de la producción ya no esta en Europa, sino en países en vías de desarrollo como China, India y Bangladesh. Los derechos laborales básicos muchas veces no se cumplen. No existe la libre sindicalización, se da el trabajo infantil, exceso de horas laborales, discriminación y abusos de género, etc. Además, la industria textil tiene un gran impacto ambiental. El algodón es el producto agrícola que más contamina en el mundo. Casi el 25% de los insecticidas y herbicidas se utilizan en la producción de algodón, y cada año mueren centenares de trabajadores como consecuencia del uso de químicos. Ingentes cantidades de agua dulce se utilizan para la irrigación de los campos de algodón, lo que genera escasez de agua para usos básicos y una baja dramática en las reservas. El lavado y tintado de la ropa también supone un daño significativo para el medio ambiente, incluida la contaminación del agua de ríos.
Un segundo factor importante en este desarrollo es el aumento del interés del consumidor por estos temas. Estamos viendo que los mercados de productos y servicios sostenibles están creciendo muy rápidamente. Por ejemplo, los alimentos ecológicos, los fondos de inversión socialmente responsables, coches hibrides como el Toyota Prius, el mercado de biocombustibles, productos cosméticos que no conllevan pruebas en animales, revistas especializadas sobre temas de sostenibilidad y desarrollo personal, etc. Hace 5 ó 10 años, todos estos mercados eran nichos insignificativos o muy pequeños, pero ahora ya no lo son.
Un tercer factor tiene que ver con lo que llamo una consciencia planetaria. Cada vez más, nos estamos dando cuenta de que nuestra actual forma de producir y consumir no puede continuar, y que nuestro planeta no lo aguanta más. El calentamiento global es una muestra de estos límites. Por eso, gobiernos, ONG y empresas, empiezan a actuar. También respecto a la industria textil. Se está generando una enorme ola de innovaciones sostenibles en la producción de ropa. Aparecen nuevas fibras naturales como la ortiga, el algodón orgánico, el cáñamo y la soja. Con el apoyo de biotecnología y nanotecnología, se desarrollan nuevas fibras artificiales que, por ejemplo, se auto limpian para ahorrar agua.
Y continúan lanzándose nuevos productos que son atractivos para el consumidor. Y sobre todo, consumidores que están dispuestos de comprar estos productos.


Pierre Hupperts
Consultor Internacional en RSE

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