La historia de Gamarra de los 90`s



















Gamarra reclama un vistazo humano. Dentro de sus miles de talleres y tiendas, palpitan éxitos logrados a pulso.
Dicen que Gamarra es un monstruo de siete cabezas. Y, sin duda, el 18 de enero pasado, durante el intento edil por reubicar a los ambulantes, asomó una de las más grotescas: la violencia. Durante la trifulca con la Policía, los informales incendiaron autos, apedrearon galerías, y el mentado jirón quedó impregnado de gases lacrimógenos sólo para que, al final de la jornada, volvieran de nuevo a las pistas. Desde entonces la Policía se ha mostrado insensible al reclamo del alcalde de La Victoria, Jorge Bonifaz, y de los miles de comerciantes formales de poner orden en casa, inexplicable actitud en vista de que los informales, siendo 3,500, son una minoría frente a los 14,000 talleres y los 60,000 empleos directos que se generan en la zona. Considerado el conglomerado comercial más grande de América Latina y, hace pocos años, paradigma del capitalismo popular, Gamarra atraviesa hoy una crisis sin precedentes, y muchos, ya han cantado su decadencia y fin. Sin embargo, hay razones para mirar con otros ojos a Gamarra. La siguiente crónica narra las experiencias de tres personajes que hicieron un alto a sus temores para contar de dónde sacan las fuerzas para seguir adelante.

Días atrás, dos cosas coincidieron en Gamarra: la peor crisis financiera de su historia y un desalojo de informales con matices de guerra que concitó el interés nacional. Centenares de heridos y más de diez millones de dólares en pérdidas por el cierre temporal de galerías y talleres formales.


Escribe ORAZIO POTESTA
PESE a los operativos de desalojo y limpieza, el conglomerado comercial de Gamarra estaba como siempre: atiborrado de basura y con 3,500 informales rondando cada una de sus 24 manzanas. Estos se burlan de Jorge Bonifaz, alcalde de La Victoria y primo de Alberto Andrade. Están en pie de guerra: algunos portan cuchillos que esconden en las bastas del pantalón, y otros, guardan palos y piedras en agujeros hechos en las veredas. La mayoría de galerías están cerradas. Los talleres de confección también. No hay árabes ni coreanos a la vista.
En el cuarto piso de la galería textil La Bella, encontramos a Carlos Mendoza (54), Presidente de la Asociación Peruana de Industriales y Confeccionistas (APIC). "Gamarra atraviesa la peor crisis de su historia. En 1994, en la época de campaña escolar, llegamos a tener un movimiento comercial de 3 millones de dólares. Ahora sólo llegamos a uno y el Estado deja de percibir 800 mil dólares por tributos al día. De enero a setiembre de 1998, 14 mil micro empresas despidieron al 40 por ciento de sus trabajadores".
Se dice que el comercio de Gamarra es un laborioso hormigueo urbano. Si un confeccionista quiebra, se perjudican los que abastecen de botones, cierres, etiquetas, y hasta los que venden comida. Derecha: taller de confección sin lunas. Fueron rotas por los informales en la gresca que hubo contra la policía y el serenazgo.

Esta crisis originada por la baja demanda y la importación de ropa usada que se vende a precios sin competencia, ha hecho que la mayoría de comerciantes que se hicieron formales en 1992 con la creación de la Sunat, se hayan vuelto ahora informales para evitar la presión tributaria y el alto nivel de los sobrecostos productivos. Para algunos, ser formal en Gamarra sería un suicidio.
Pero en Gamarra no todo es tristeza. Mendoza dice que las fiestas costumbristas o patronales elevan la moral de los gamarrinos. "Son muy comunes porque la mayoría son de provincias". Los que no se pierden una son los apurimeños y arequipeños. Según Mendoza, es culpa de Gamarra que un pueblo enterito haya desaparecido. Padres, hijos y abuelos. "Hace como 30 años, con una mano atrás y otra adelante, vino de Matara (Arequipa), José Cahuancama. Con el tiempo, acumuló una pequeña fortuna que se hizo célebre en su pueblo. En dos semanas todo Matara invadió Lima para trabajar con él. Hoy ese pueblo casi no existe. Este domingo, todos ellos hicieron un cortamonte aquí en Gamarra".
Además, en lo que puede llamarse una tradición, los rubros productivos se han repartido por zonas de origen. Mario Robles, informal cusqueño, lo explica: "los del norte, quizá por el calor, son expertos `poleros'. Los del centro, por el frío, `chomperos'. Pero no sé por qué los de Puno son `pantaloneros' por excelencia. En broma, se dice que es porque son chuecos".

Micro taller de confección. El espacio es oro. El trabajo también.

El cambio generacional en Gamarra se hace ahora evidente. Opina Mendoza: "poco a poco dejan de ser los paisanos quienes controlan las empresas y comercios. Ahora, son los hijos, educados en universidades del país o el extranjero, los que asumen la responsabilidad".Para ser exactos, el roce y la forma de pensar más cosmopolita de los jóvenes ha hecho que la calidad de la producción y las estrategias de márketing mejoren. "Piensan distinto. Jamás usarían un hilo malo para abaratar costos como sí lo hacían sus padres, quienes apenas tenían la primaria completa. A veces hay discusiones porque el joven quiere arriesgar fuera del país, mientras que el padre no quiere siquiera hacer desfiles de modas en el patio de su casa". Mendoza nos dice, muy serio, "ustedes deben entrevistar al orgullo de Gamarra".
Los jóvenes quieren cobrarse la revancha: muchas veces han visto a sus padres sudar frío cada vez que un coreano descargaba decenas de costales con ropa usada a precios bajísimos, y por eso, han ideado el plan Gamarra Conquista Sudamérica. "Es una meta ansiada por ellos abrir tiendas en Aguas Verdes (Ecuador), Desaguadero y Santa Cruz (Bolivia), Ciudad del Este (Paraguay), y luego, en Buenos Aires y Santiago de Chile".
¿Si no venden acá cómo pretenden hacerlo afuera?. "¡Estás equivocado viejo!... el producto de Gamarra se vende mejor afuera porque no hay prejuicios. Al limeño le cuesta ponerse un polo porque al toque piensa en la basura y en los cholos. Aquí hay ingenio. Insisto en que ustedes deben entrevistar al orgullo de Gamarra. Está en la cuadra cuatro".

Patada al estereotipo. Jorge Luis Salinas (25), "el orgullo de Gamarra", rodeado de lindas modelos que lucen sus diseños.

EL ORGULLO DE GAMARRA


Reto al destino. Leonardo Salinas llegó de Trujillo a Gamarra en 1959. Empezó como ambulante vendiendo los retazos de tela que cargaba al hombro por las calles de La Victoria. Apenas acumuló un pequeño capital, se casó, y decidió llevar su mercadería a provincias. Vendió como nunca imaginó. Meses después, compró máquinas y se dedicó también a la confección. Hoy, don Leonardo es millonario y dueño de varias galerías.
Él es padre de Jorge Luis (25), un morenito menudo que tras corretear por los vericuetos de Gamarra y hacer sus primeros diseños con excedentes de telas e hilos de los talleres de su padre, ganó con Emporium, su marca, el Concurso Internacional de la Semana de la Moda Masculina Inter Jeans de la ciudad de Colonia (Alemania), el más importante de Europa, frente a 1600 participantes de 57 países.

En 1989, don Leonardo lo mandó a Pennsilvania para que estudie arquitectura, pero siguió la carrera de modas en el Philadelphia College of Textiles & Science. Tenía 16 años y mucha calle. Regresó al Perú en 1994. "Llegué con otra mentalidad. Aprendí que si haces algo diferente y sobrio te vas arriba, cosa que no pasa en Gamarra porque en lugar de crear todo se copia". Cuenta que en julio de 1998, se enteró del concurso gracias a una nota de prensa de la Cámara de Comercio Alemana que casi bota por descuido. "Me la jugué. Mandé varias piezas de ropa sport wear y a los diez días me avisan que había ganado. No lo podía creer. Me sentí orgulloso de haber nacido en Gamarra".
Alma tenaz. Su fábrica ocupa todo el sétimo piso de la galería Jeans: allí da forma a las prendas de Emporium, que ahora vende con exclusividad Saga Fallabella. ¿Cómo ganaste el concurso?. "Apliqué lo estudiado en EE.UU. con los materiales que habían en Gamarra. Durante tres años probé distintas marcas de cierres, telas, y botones para saber con cuáles podía fabricar un producto que pudiera venderse en los mejores mercados. Esa puede ser una razón".
¿Gamarra levantará vuelo fuera del país?... "Quiero mucho a Gamarra pero hay cosas que deben cambiar. Hay decenas de miles de confeccionistas pero no hay diseñadores: cada empresa debería tener uno para poder diferenciarse de las otras. Si todas hacen lo mismo jamás habrá competencia y nunca se exportará con éxito".
Una foto enorme adorna su oficina. Jorge Luis aparece rodeado de mujeres bellas. Son blancas, altas, rubias y boquilindas. Él sonríe ganador pero no se come ningún cuento. Sabe que la moda también se cose con hipocresía.

Eduardo Ode (36), de origen palestino, no se va de Gamarra por nada del mundo.

EDUARDO, EL ARABE


"La mayoría de árabes son explotadores porque esa es una forma de hacer riqueza, pero yo no soy así, mis trabajadores me quieren... Yo soy del pueblo, me he formado en Gamarra". Eduardo Ode Ode (36) fue quizá el único descendiente de árabe que se la jugó yendo a Gamarra en estos días de bronca y palos. Es cierto que lo quieren. Los niños ambulantes, los que barren, los mozos de su pollería, lo abrazan y le bromean. Es árabe por donde se le mire: nariz y cejas prominentes, flaco, manos huesudas, alto y de cabello negro. Su familia proviene de Palestina y forma parte de la misma tribu familiar que los Abugattas, los Farah y los Abusada.
"Con su ingenio, los árabes le dieron forma a Gamarra. Ver a un árabe comerciar era asistir a una clase maestra de habilidad para el cálculo. Sabían en qué momento ceder y perder para luego ganar el doble. Eso lo tenemos en la sangre". Su abuelo Saliba (Aníbal) es protagonista de historias que se acercan a la leyenda. Cuentan que cada quince días alquilaba un burro para irse hasta Camaná y Punta Bombón (Arequipa) para vender telas (y todo lo que pudiera). "Era extraordinario y fuerte. Viendo a Saliba, los gamarrinos se animaron a salir a provincias". El abuelo murió hace 28 años y dejó una de las fortunas más grandes del país. La famosa Casa Ode fue fundada por él.

En Gamarra, edificios modernos crecen como la espuma sobre antiguos corralones.

Pese a su enorme participación, ahora sólo quedan 8 familias árabes de las 30 que habían en Gamarra. "Se fueron porque la competencia creció. Ahora se dedican al negocio del plástico". Fortaleza: "yo he quebrado tres veces. En Gamarra he comido tierra hermano pero me he levantado gracias a Dios". Se pone de pie y señala el local de una pizzería. Se emociona."Ese era mi local, pero ahora tengo esta galería. Acá vendo ropa, y tengo un café y una pollería. Me va muy bien".
Eduardo ha sido testigo del crecimiento espectacular de Gamarra. "En 1994 habían 50 galerías y ahora hay 150. Cada galería, en promedio, tiene 8 pisos, y en cada piso hay 50 tiendas. El metro cuadrado está entre 3 mil y cinco mil dólares".
¿Te irías de Gamarra? Eduardo dice que no con la cabeza. ¿Por qué? ...(piensa)... "En Gamarra abunda el punche, y la lonja de donde no hay. Aquí me quedo".

Compra peruano: www.gamarra.com.pe

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Comentarios

  1. te saluda carlos a. mendoza cahuancama
    te agradezco la publicacion en tu blog de la entrevista que nos hicieron como pdte de APIC en la revista Caretas 51 1 9944 98464

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  2. Saludos Sr. Mendoza, efectivamente nos sentimos agradecidos de que personas como Ud. Hayan construido con su sudor la historia de el centro de negocios mas grande del peru. Nosotros somos un grupo de emprendedores que decidimos impulsar el comercio electrónico en gamarra, lo estamos logrando ya que los empresarios se están dando cuenta de lo útil de esta herramienta nosotros sabemos que el mundo cambia muy rápido ,si no nos adecuamos se nos va el tren de la modernidad. Puede visitar www.gamarra.com.pe y comprenderá un poco mas de nuestra intención.

    Muchas gracias
    Geison Linares
    Administrador
    Web Integrada SAC

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